jueves, 19 de enero de 2012

Lo Más Cerca del Cielo...

 Encontré un colibrí tirado en el concreto de mi quincho mientras escuchaba música. Primero creí que estaba muerto, pero tras unos segundos de mirarlo empezó a aletear y aletear pero sin poder despegarse del suelo.
 Era verde; sus plumas brillaban de manera fascinante y sus diminutos ojos eran completamente negros, con un casi invisible punto brillante. Pero del brillo de sus plumas no me percaté al principio, pues estaba  completamente enredado en telas de araña.
 Primero estaba inseguro en tocarlo. Siempre fui y soy un poco miedoso con los animales, después de todo, yo no confiaría en un humano, pero, ¿qué daño podría hacerme un colibrí? Y bueno, yo soy así.
 Lentamente le acerqué mi dedo índice y empecé a acariciarle la espalda. Era tan suave como lo había imaginado, y también muy frágil. Pasaba mi dedo muy relajadamente, temía poder herirlo si lo hacía más fuerte o más rápido. Él se mantenía inmóvil mientras yo lo tocaba, y podía ver cómo su pequeño pecho se inflaba y se desinflaba mientras respiraba, eso fue asombroso.
 Me arrodillé en el suelo y empecé a sacarle lentamente las telas de araña que mantenía atadas sus patas. Debía ser muy pero muy cuidadoso, porque al estirar también lo estiraría a él. Era extremadamente frágil (debe ser que todos los colibríes son así). Entonces tomaba con la mano izquierda la "base" de la tela de araña, y con la otra el resto, y así logré quitársela de ahí.
 Una vez que sintió libres sus patas volvió a aletear y aletear, pero tampoco pudo despegar. El problema no estaba en la tela de araña, quizá se había fracturado o algo así al caer.
 Finalmente lo tomé y lo puse sobre mis manos. Era tan liviano... Podrían ponerlo sobre mi cabeza, mi mano, mis hombros o mis pies sin avisarme, y yo ni me daría cuenta.
 Lo llevé hasta una mesa y allí comencé a sacarle las telas de araña que le quedaban alrededor de su pico y su cabeza. Cuando casi había terminado de sacársela, volvió a aletear, y entonces, de repente, dejó de hacerlo y quedó con sus alas hacia arriba. No sé si fue un paro cardíaco o qué, pero dejó de moverse y el asombroso ciclo de la respiración que podía ver en su pecho ya no estaba ahí.
 En ese momento, aunque ni yo pueda creerlo, me sentí mal. Me sentí mal por no haberlo salvado, aunque sepa que no tengo ninguna facultad ni conocimiento para hacerlo, aunque sepa que ni siquiera tenía la necesidad o la obligación de hacerlo. Me sentí mal por la impotencia de no saber si ya había dejado de sufrir y podía disfrutar o si sencillamente había dejado de existir. Me sentí mal porque realmente quería ver que huyera despavorido de mí, totalmente recuperado, moviendo sus alas a toda velocidad y emitiendo ese agudo y hermoso sonido que emitió durante unos segundos cuando estaba en el suelo. Hasta ahora me pregunto qué habrá estado diciendo. 
 Así de frágil y fugaz es la vida, está aquí un segundo, y al otro desaparece.
 No creo en los rituales y sinceramente siento que importa muy poco o nada lo que le pasa a tu cuerpo una vez que muera, pero quería hacer "algo especial" con él. Pensé en enterrarlo, pero inmediatamente me di cuenta que su lugar eran el aire y las flores, así que fui a la planta de mamón de mi patio (un lugar donde casualmente veo colibríes revoloteando), y subí al muro que está al lado; busqué la bifurcación de ramas más alta que podía alcanzar incluso desde allí, y lo recosté. Eso es lo más cerca del cielo que puedo llevarlo...

miércoles, 11 de enero de 2012

Un Lugar Salvaje Y Hermoso

 He realizado un pequeño viaje con algunos contratiempos, muchos contratiempos, pero el punto es que vi una de esas cosas que quedan clavadas en tus recuerdos como un rubí; pasé uno de esos momentos en los que piensas "ojalá esto no termine siempre".
 Pese a la abundancia de arco iris, no era un lugar tierno y lindo, era un lugar salvaje y hermoso.
 Caminas por el medio de la selva, absolutamente rodeado por sus árboles, sus animales y sus sonidos (o tal vez deba decir "su música"). Pero no quiero dar muchas vueltas y convertir una carrera de 100 metros llanos en una maratón, así que: 
 Finalmente llegas allí, a la cúspide de su belleza y lo asombroso.


 Toneladas de agua cayendo hasta de 80 metros, emitiendo ese sonido que implora respeto, al igual que su apariencia.


 Pese a ser un lugar más de la Tierra, propiedad total de TODOS, o mejor dicho, DE NADIE, está privatizado y como todo lugar turístico estarás rodeado de gente. Demasiada gente. Pero cuando llegas al final del camino y ves, oyes y sientes a las inmensas cataratas caer en lo que parece un simple vacío, toda la gente a tu alrededor desaparece. Sólo quedas tú, el agua y los arco iris, como si la Tierra estuviese diciéndote "Es hora de tener un momento a solas, nosotros dos... ¿no?".
 Generalmente los humanos somos así, todo lo que es mucho más grande que nosotros y/o brilla nos asombra. Por eso las estrellas son tan populares.
 Y si lo analizas, puedes pensar que es algo estúpido, porque es demasiado simple para ser asombroso. Es decir, es sólo agua cayendo, lo mismo que vemos todos los días cuando abrimos una llave de agua, con la única diferencia de que estamos hablando de magnitudes bastante más grandes.
 Pero también puedes analizarlo desde otro punto de vista, y te parecería aún más asombroso. Ahora me refiero a todos los procesos físicos y químicos que tuvieron que suceder para que estas cataratas se formen (desde la creación del mismo Universo, de nuestro planeta, del oxígeno y el hidrógeno, hasta el movimiento tectónico y la erosión), y toda la vida y diversidad que alberga, todo lo que esta necesita para sobrevivir y lo frágil que en realidad es.
 La vida es simple y complicada, absolutamente repleta de contrastes y verdades que no concuerdan entre sí. Todo depende únicamente de quién la mire, cuándo la mire, y desde dónde la mire...


 Si tienes la oportunidad de conocer este o cualquiera de los extremadamente hermosos lugares de la Tierra (como los acantilados de Moher, los Alpes o el Salto Ángel), no dudes ni un segundo, y empaca YA...

miércoles, 4 de enero de 2012

30 Fotografías de Flores...

 En el mes de noviembre del año pasado, tuve la oportunidad de conocer dos lugares encantadores en la ciudad de Buenos Aires: el Jardín Japonés (un verdadero lugar de ensueño) y el Rosedal...
Quiero compartirles algunas de las fotografías que les tomé a las flores de ambos lugares.
Espero que les gusten...