La muerte es una de las cosas
que el humano más ha despreciado en la historia, porque parece quitarle el
sentido a todo lo que se puede llegar a ser y hacer en la vida; es decir, nada
evita que al final todos terminemos de la misma manera, nada nos salvará de la
desaparición. No importa si ayudaste a liberar una nación como Gandhi, si
vendiste millones de discos como Michael Jackson, si tus obras se siguen
leyendo milenios después como las de los trágicos griegos, o si encontraste a
la persona que más te maravillaba en este mundo y formaste la familia ideal,
terminarás igual que cada humano y ser de este universo…
Entonces, ¿para qué hacer
todo lo que hacemos? ¿para qué esforzarnos tanto si no hay una aparente salida
alternativa, sólo la muerte? Generalmente el humano busca una manera de que al
menos su nombre trascienda la vida de su cuerpo, y perdure más allá de la
muerte física. Es una manera simbólica de alcanzar la inmortalidad que al
parecer da a la vida más sentido. Muchos humanos alcanzan esa inmortalidad
dejando huellas en el mundo, ya sea en obras de arte, de ciencia, de afecto en
otras personas, de logros históricos, de decenas de otras maneras. Pero lo que
hace la mayoría no es lo que hacemos todos, y en algún momento debemos
preguntarnos: Yo, ¿cuándo me siento inmortal? ¿cómo me siento inmortal? (si es
que realmente nos interesa, claro).
En mi caso, no sé si sea
porque soy un perezoso, pero no me interesa dejar este mundo lleno de huellas
mías, o una sola huella de tamaño enorme; es más, me gusta pasar desapercibido,
suelo estar más cómodo en la oscuridad, suelo sentirme feliz no cuando
sobresalgo, sino cuando me siento parte del mundo, cuando soy sólo una pluma
más en el cuerpo del ave que despliega su hermoso vuelo en el cielo: si me
caigo, el ave ni lo notará, podrá continuar volando, pero igualmente habrá
perdido algo, y no será la misma. Por ello, esa inmortalidad que gran parte de
los humanos buscamos, no la encuentro en el hecho de que recuerden mi nombre o
mi rostro o mis acciones; yo me siento inmortal cuando estoy con personas que
me hacen sentirme así, o cuando estoy en lugares que me hacen sentir así, o
cuando hago algo que me hace sentir así. Me siento inmortal en esos momentos en
que el tiempo no importa, porque deja de existir, y en un mundo sin tiempo,
todo es inmortal. Me siento inmortal cuando estoy con mis amigos, con las
personas que amo; me siento inmortal cuando estoy recostado en el suelo viendo
el cielo, ya sea celeste o estrellado, y el viento recorre mi piel; me siento
inmortal cuando canto una canción, o cuando me la cantan. Cuando me sumerjo en
el mundo aparte que crean esas cosas, soy inmortal, y libre. No necesito que me
recuerden, necesito recordar, darme cuenta del lugar al que pertenezco.
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