¿Para qué
introducciones? Directo al punto: odio el sistema propuesto por la naturaleza,
lo aborrezco. La vida no es más que una miserable lucha entre los seres que la
poseen, para poder continuar poseyéndola. Cosas como el amor, el altruismo, la
generosidad y el desinterés (entiéndase desinterés como capacidad para actuar
sin buscar recompensas de ningún tipo, mucho menos materiales) no existen,
jamás existieron, y probablemente nunca lo hagan (“probablemente”: parece que
en el fondo hoy estoy optimista). ¿Por qué para que otro individuo pueda seguir
viviendo, otro debe morir? ¿Por qué para que una especie pueda continuar
existiendo, otra debe extinguirse? ¿Por qué para que pueda surgir un mundo
nuevo, uno viejo tiene que ser completamente destruido? No sé si este mundo
simplemente apareció, surgió de alguna incomprensible manera o fue creado por
algo o alguien, pero lo que sí sé, es que si fue creado, los (o las, o el, o
la) autores son unos seres con mentes más que retorcidas, mentes absolutamente
achicharradas por un ardiente y morboso gusto sanguinario; su propósito
seguramente fue lograr un mundo que jamás aburriera, un mundo de suspenso, de
dolor, de inseguridad, de desconfianza, de lucha, de egoísmo, de traiciones,
donde la paz no es más que una ilusión cuando alguna de estas cosas parece
ponerse en pausa, un delirio de aquellos que aún se aferran a su estúpida fe
para auto-consolarse.
Penosamente, en verdad no
creo en creadores, y estas palabras no son más que MI PROPIO auto-consuelo,
pues como humano, me encanta tener a alguien a quien poder echarle la culpa, y
señalarlo violentamente.
Ames, odies, infrinjas
dolor, sufras, mientas, mates, sangres, salves vidas, no pienses en nada más
que tú mismo, protejas a otros, violes, o cualquier otra cosa que puedas llegar
a hacer, al Universo poco le importa. “En la guerra, como en el amor, y en la
supervivencia, todo vale”, cambiaría yo a la fase. Las buenas acciones no
reciben recompensas, y las malas tampoco, simplemente vivimos presos de la
locura de todos los seres que nos rodean, nuestras vidas cuelgan de una delgada
y frágil línea: la necesidad de los demás. Porque cuando alguien lo necesite,
acabará contigo. Este es el mundo en el que vivimos, se rige por la única ley
del más fuerte, y los débiles están destinados a desaparecer…
¿En qué clase de mierda
me han venido a parir?
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