Estoy en la alturas, solo, simplemente observando cómo
el día se diluía en la tarde, cada vez más rápidamente con el paso de los
minutos. Miro cómo una enorme capa de altocúmulos rosáceos se deslizan muy por
encima de mi cabeza; por encima de aquellas luces rojas que brillan en las
cimas de las antenas, y de los árboles que se convierten en siluetas oscuras y
se mecen en la misma brisa fría que viaja a mi alrededor, haciéndome notar su
presencia en mis mejillas; por encima de la gente y de todas las cosas que ya
olvidé por estar mirando hacia arriba, por perderme en la vastedad de un cielo
que se roba la belleza de la luz, y en la música que suena dentro de mis oídos
desde un pequeño aparato; por encima de todo lo que creo conocer y que a veces
considero real; por debajo de todo lo que solamente puedo soñar y jamás
considero falso.
Podría permanecer aquí, así, toda mi vida.
En toda aquella amplitud, que tal vez no sea infinita,
pero sí lo suficientemente grande como para que yo o mi imaginación jamás
podamos recorrerla o al menos comprenderla, en esa que la luz del Sol
transforma en gamas rojizas, rosas, celestes, y azules, aparece la primera
estrella, como si recién iniciara su existencia, como si se hubiese encendido
de repente, escabulléndose entre los huecos de los altocúmulos, y su brillo
parece aumentar con cada nuevo destello de su titilar. Entonces, cuando me doy
cuenta de que la plenitud que siento me ha puesto una sonrisa en el rosto,
pienso: “¿Cómo puede existir la codicia?¿Cómo alguien puede desear algo más que
esto?”, y es que yo podría permanecer así toda mi vida.
¿Cómo alguien puede desear una belleza distinta a
esta, tan pura y asombrosa, tan abundante e incomprensible? ¿Cómo alguien puede
desear ser protagonista de una vida diferente y renunciar a la paz y las
maravillas que experimenta y presencia el espectador de lo real? ¿Cómo alguien
puede bajar la mirada, a la parte más opaca de la realidad, y olvidar que allí
arriba todo continúa brillando? ¿Cómo alguien puede creer que lo hermoso puede
caber entre sus manos, o guardarse en alguna parte, o verse con un par de ojos?
Lo hermoso sólo puede sentirse, de una manera especial, en que sólo quienes lo
han sentido pueden comprenderlo.
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