martes, 24 de julio de 2012

La Flor Que Vimos Aquella Vez

 Muchas veces decimos querer o amar a alguien, pero la verdad es que lo único que perseguimos es lograr encerrar a esa persona entre nuestros brazos, mantenerla junto a nosotros para nuestro propio disfrute. Con el tiempo este amor amargo puede diluirse o intensificarse, y si no logramos nuestro objetivo, sentimos que la vida es un fraude y que ninguna otra persona vale la pena.
 Creemos que lloramos, soñamos, reímos y vivimos por el otro, pero en realidad cada lágrima que se nos cae es por nosotros mismos, por no poder succionar la felicidad de la persona. Sí, eso es lo que todos intentamos: succionar la felicidad que creemos que los demás tienen en su interior.
 Aún así, creo que todos podemos llorar las últimas lágrimas de desesperación y sonreír juntos para lograr una felicidad verdadera, para compartir nuestros abrazos de la manera más hermosa...
 Dejemos ir todo lo que creemos amar y amemos realmente, para que cuando llegue la hora de despedirnos podamos llorar lágrimas dulces mientras sonreímos...


 Con ustedes, el puente Chichibu...




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