En ese momento en que tomas mi muñeca, dejo de ser yo.
Miro sorprendido tus pupilas uniéndose a las mías, y me disuelvo en ese roce
tibio y suave que tus dedos me regalan casi sin darse cuenta. Mis pensamientos
desaparecen de mi mente en una especie de somnolencia, pero en ningún otro
instante me siento tan despierto o consciente de que estoy en la realidad.
Con ese pequeño gesto me llevas hasta ti, y no ofrezco
ninguna clase de resistencia o vacilación, me entrego completamente a ti, como
una hoja que ya perdió su puesto en el árbol y viaja por el aire según los
encantos de la brisa, porque no tengo un lugar que me esté llamando o alguno
que esté esperándome, un lugar al cual quiera ir, pero todos los lugares serán
el lugar más hermoso si eres tú quien me lleva ahí.
Si tomas mi muñeca te vuelves mi única alternativa, mi
único camino, y puedo seguir cada uno de tus pasos porque eres la única persona
a la que quiero querer mientras aún pueda querer a alguien, la única persona a
la que quiero extrañar cuando suelte mi muñeca.
Quiero aprovechar este instante mientras dure, porque
cuando se vaya tal vez regrese lo suficientemente tarde como para no
encontrarme…
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